¿Qué hacemos aquí?

Cada quince días, sin pautas ni temática, colgaremos una texto o una ilustración. Pau escribe, Berto dibuja. A partir de la ilustración se escribe un texto, y la siguiente quincena, a partir de un texto se dibuja una ilustración. Y así hasta que el cuerpo aguante.

*haz click en la imagen para verla ampliada, o descargar para verla mejor*

sábado, 29 de noviembre de 2008

Paliza en el garaje


el cabrón me ha seguido hasta el garaje sin gente. se ha acercado con sus pasos sin ruido. yo buscaba sin temor mi coche. y de golpe esa risa sin fondo. esa furia sin freno que me ha impactado como a un púgil sin peek-a-boo. y de golpe con porrazo a paliza sin motivo. este hijodeputa sin compasión me ha empezado a golpear sin parar sin dejar de sonreír con su boca sin labios. sin entender porqué un compañero sin mano me golpeaba con su tentáculo sin pulpo me he puesto a correr sin rumbo por el garaje de las oficinas sin gentes de mundo.

unas horas antes yo estaba sentado en mi mesa de trabajo. tranquilo y sin miedo. pensando en lo que haría cuando terminara el día. él estaba tres mesas más atrás. habíamos hablado unas cuantas veces y me parecía un tipo capaz, de complexión fuerte, con cara de persona corriente. hasta hoy pensaba que le encantaba la hípica, que gozaba con el béisbol, que retozaba en su cama con su buena señora ¿quién es y porqué quiere hacerme daño? “¿qué buscas maldito?! ¿¿por qué haces esto??! ¡¿¿quién te envía??!!”, quiero gritar y mi boca ningún sonido envía. estoy como neo cuando su boca desaparecía.

los pasos resuenan en la cancha de coches. mi corazón frenético como un ratón cibernético ¿por qué me ha elegido a mí? ¿me encontrará especial? ¿me encontrará distinto? un momento de vanidad. un vano pensamiento extinto. y me caigo de bruces como un tontorrón. me quedo quieto y miro el reflejo de las blancas luces de neón. las horas pasan todas iguales en este mundo para subnormales. un contundente middle kick me proyecta 6 metros hacia mi izquierda. realizo una parábola. impacto en el suelo, contusión directa. creo que me he roto una vértebra. estoy desorientado, mareado y apaleado. me pongo a gatear y su tentáculo se estira como los brazos de chewing gum man. me agarra por el pie atrayéndome a toda velocidad mientras empieza a correr con mucha agresividad ¿puede existir un hombre con más maldad? pensadlo bien hermanos , y razonad.

y antes de ir a la cama un padrenuestro rezad.


lunes, 17 de noviembre de 2008

Mundo postindustrial

Postindustrialmente hablando la cosa no está nada mal. Tenemos fábricas, humo, polución, dióxido de carbono, cemento, drogas sintéticas, armas, guerras, sida, cáncer, petróleo, plástico, y de todo. Tenemos de todo. No está nada mal. Dentro de las drogas tenemos pastillas, mdma, anfetaminas, cocaína, heroína, ketamina, nexus y de todo. No está nada mal. Me paseo por mi mundo de plástico colocado hasta las cejas y me da igual porqué no está nada mal. Porqué el mundo es mío encima de un caballo de adrenalina. Y entonces. Y entonces nada. Porqué soy capaz de resistir como un soldado al que le dan de comer todas las municiones posibles y entonces explota y la explosión se convierte en una bomba nuclear interior que produce todo tipo de sensaciones inesperadas. Y no está nada mal. Todo está bien. Y entonces avanzo a tientas por un mundo que no comprendo y me da igual. Desprendo radioactividad y brillo en la noche y me meto en una nave enorme en la que los dj’s (los directores de juego) ponen trash techno a toda pastilla mientras en el pantallote se ven imágenes del dungeons and dragons. Y es de puta madre. Me convierto en un nigromante mientras el que tengo al lado me lanza una chufla y no sé quien es ni me importa. Yo sólo me preocupo de resucitar a los muertos mientras alucino e intento combatir al mago blanco encima del dragón. Mi estado es crítico. Mis posibilidades son infinitas y laberínticas. Soy un loco o un bufón o un bicho raro que lo único que hace es comer drogas y más drogas para mutar y ser piel de esta masa de cemento que al final ha conseguido convertirse en cuerpo. Y circulo por las calles como la sangre circula por las venas, sin saber hacia donde voy, siguiendo únicamente estímulos nerviosos que me empujan o me lanzan hacia extraños lugares. Oigo un bombeo constante que puede ser mi corazón o puede ser un bombo sonando fuerte en alguna rave. Termino tirado en algún sitio de los intestinos de esta ciudad, a punto para salir disparado por el culo. Empiezan a aparecer los pedos y me preparo como un velocista antes de que suene el disparo. Todo mi cuerpo en tensión, el bombo retumbando, la sangre circulando, y entonces el gran pedo que me precipita hacia el exterior. Y me arrojo al mundo como una cagada.



domingo, 9 de noviembre de 2008

Las medusas de meduso


No sé cuando llegamos aquí. No sé cuanto tiempo hace que tengo a este tío a mi lado gritando. Puede que haga eones. Huímos buscando algo. Ai sí, las búsquedas. Huímos para encontrar un sitio donde crear ficción y crearnos a nosotros mismos. Crear y recrearnos. Y aquí estamos, rodeados de medusas. Con este loco a mi lado que sólo chilla palabras incomprensibles, este loco que un día fue mi amigo. Este loco que sólo maldice y maldice y menta a la madre que nos parió a todos. Joder. Pero bueno, yo mantengo la calma. Estoy tranquilo como en un mar de paz. Él en cambio, él no para de gritar desesperadamente como un energúmeno. Joder me va a dejar sordo. Al principio teníamos una casita. Él escribía, yo dibujaba. Todo iba muy bien hasta que llegaron las medusas. Empezaron a aparecer por toneladas y entonces él perdió la cabeza ¿Cuánto tiempo hace de eso? Yo sigo dibujando y cuando le enseño una pintura él se queda parado, deja de gritar, y recita extraños poemas. A veces transcribo alguno de sus versos. Esta es la vida del artista con la locura en su hombro. La locura que es puro verso envenenado de medusas. Pura resignación a llevar un alma deforme que me convierte en lo que soy. El artista, ese gran deforme. En realidad, a las medusas las llamamos nosotros. Sin saberlo, claro. Las llamamos nosotros con nuestros rituales de tontos iniciados en algo que no comprenden. Las llamamos. Y ellas acudieron, como el veneno acude a los labios de la víctima. Como la muerte acude a los guantes del estrangulador. Como el destino acude a los ojos de los hombres. En realidad, no había búsqueda, sólo medusas. Y nosotros, tontos de nosotros, las deseamos con todo nuestro afán, con toda nuestra avaricia, con toda nuestra inocencia! Venid venid! Acudid a este entierro del que nacerá la tierra. Acudid medusas… tontos de nosotros… Al principio nuestro espacio empezó a cambiar. El paisaje industrial que habíamos elegido de lanzadera para nuestro proyecto se ovaló, y las naves rectangulares se fueron curbando hacia arriba, hasta convertirse en cabezas industriales de medusas. Y vino la transpariencia y el azul. Extraños compañeros. Todo nuestro paisaje se tiñó de ese color. Y pensamos que estábamos creando algo bonito: estamos cambiando algo, tío. Me decía el loco que ahora tengo pegado a mi hombro. Y con la esperanza llegó el veneno. Al principio nos pusimos muy enfermos. Caímos en cama y sufrimos intensos dolores. Todo eran vómitos, sudores y fiebres. Y en el fondo de nuestras almas pensábamos: esto es el cambio, la purificación. Las cabezas de los edificios supuraban toxinas. Y un día, en pleno delirio, trabajando codo a codo, desnudos y puros, nuestros cuerpos mutaron, y nos volvimos uno. Y en lo profundo de nuestro corazón rezamos: esto es lo que queríamos, esto. es. lo. que. queríamos. Una mañana llegaron las medusas, centenares y centenares de medusas que cubrieron el mar. Y nunca pararon de llegar. Y a la playa se la llevó el veneno.